Es más fácil expresar los sentimientos y pensamientos en un folio que lanzarlos al aire.

Paseando por una plaza

Un día más. Una hora más. Un lugar más. Una chica más.
Todo es relativo en la vida.

23:57 p.m.
Llegaba tarde. Espantosamente tarde. Habían pasado dos horas desde la hora en que debería haber estado allí. él ya no estaría. ¿Porqué iba a estar? Ella misma era la primera que hubiera huido después de quince minutos de plantón. Aún no sabía que demonios hacía cruzando la plaza corriendo. Para el momento en que había podido salir del hospital después de toda una tarde de practicas su reloj ya marcaba las 23:05 p.m. y aún le quedaba una hora de viaje hasta la ciudad. Hubiera mandado un mensaje pero su teléfono se había quedado sin batería. Todo había salido mal. Ese día tenía que haber sido perfecto, y sin embargo estaba siendo horrible. 

00:01 a.m.
Las escaleras estaban llenas de gente. Múltiples grupos de jóvenes, todos ellos felices y riendo. Había mucha gente a su alrededor, pero ella se sentía muy sola. Apenas hubo subido dos escalones había divisado el ramo de flores. Lirios blancos. Las mismas flores que tenía como imagen en el correo. Sus flores preferidas. Los lirios estaban tiesos, en perfecto estado, sin embargo alguien los había dejado caer y algunos estaban algo manchados. Ella notó como las lagrimas le resbalaban por las mejillas. Sentía frío. Esa mañana se había puesto un pequeño vestido negro de gasa, muy bonito pero que dejaba sus brazos y piernas al aire. En aquel momento le había parecido la mejor elección, pero ahora se lamentaba. Él ya no la vería con el vestido. ¡Ya no tenía ningún sentido ir así vestida! Derrotada se dejó caer en el escalón.

00:15 a.m.
Llevaba un cuarto de hora sentada en la misma posición. Notaba como sus manos se agarrotaban de frío, pero no le importó. Entre ellas mantenía apresado el ramo de lirios. Hacía unos minutos que había dejado de llorar, pero podía decir que tenía grandes chorretones de negro rimel marcando sus mejillas. La gente pasaba a su alrededor sin notarla, todos tenían algo más en que pensar. 
Poco a poco su alma e fue calmando. Como despertando de un sueño se puso en pie. La cabeza le daba vueltas y los tacones volvían inestable el terreno, pero no le importó. Un paso después de otro, y luego otro. ¿Cómo sería él? Muchas veces se lo había preguntado, pero nunca obtuvo respuesta. <Mejor esperamos a vernos en persona>  ¿En persona? No hoy desde luego, y estaba segura de que ningún otro día. Paso, descanso, paso, descanso... brazos. 


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