Es más fácil expresar los sentimientos y pensamientos en un folio que lanzarlos al aire.

Mi dolor, mi olvido

Tardaste demasiado tiempo en darte cuenta de lo que habías hecho. Ahora mírame. Estoy aquí sola, en medio de un montón de gente que no conozco, perdida en una multitud abrumadora. Estoy perdida en la gran capital de la luz. Paseando a solas por sus calles, imaginando tus palabras en mis oídos. Te veo en cada esquina, en cada monumento. Cada rincón me recuerda a ti. Pero no te alarmes. Eso no significa que te llame, que te grite. No te estoy reclamando nada de lo que se dijo aquel día. Soy feliz de poder ver al fin tus cartas y saber como moverme en el tablero. Quiero volver a sonreír. Sé que algún día lo haré, sin embargo eso no evita que siga necesitándote. He intentado olvidarte, pero no he tenido tiempo. El otro día pensé verte ahí, frente a mi, parado entre Notredame y yo. Estabas sonriendo. Tan guapo, como siempre. Eras la luz de la ciudad, tu sola presencia iluminaba el lugar. Pero de repente la bombilla se apagó, un turista más pasó entre tú y yo, y ahí delante mio no había nadie. Eras una imaginación, una simple imagen de mi memoria. ¿Y sabes cuál es el problema de la memoria? Que a veces falla. Y la mía fallará, no ahora, no mañana, pero en un futuro mi memoria fallará. Entonces tú serás un fantasma, un hueco en blanco donde antes había un cuadro. Entonces no serás nada. Y yo seré libre al fin.